Por Jorge B. Mosqueira
La noticia es relevante porque incluye a 30.000 empleados de una empresa japonesa conocida mundialmente como Panasonic. Casi la mitad de su dotación podrá trabajar uno o dos días a la semana en su casa a través de conexiones por computadora y teleconferencias, atendiendo a la vez a sus familiares y administrando sus propios tiempos.
La noticia es relevante porque incluye a 30.000 empleados de una empresa japonesa conocida mundialmente como Panasonic. Casi la mitad de su dotación podrá trabajar uno o dos días a la semana en su casa a través de conexiones por computadora y teleconferencias, atendiendo a la vez a sus familiares y administrando sus propios tiempos.
Podría afirmarse, muy a la ligera, que este procedimiento sólo es posible en empresas de alta tecnología, pero no es así. El enorme desarrollo de las comunicaciones abre posibilidades que se mantienen invisibles porque están atadas a un antiguo modelo, nacido con la revolución industrial. La necesidad de mano de obra intensiva y directa ha disminuido. Donde se necesitaban veinte personas para elaborar productos, hoy hay una sola que controla los procesos desde una cabina mediante teclado y pantalla.
Ignoremos por un instante las consecuencias sociales que han traído estos avances de la computación y la electrónica. O, para ser menos indulgentes, qué poco se ha hecho para paliar aquellas consecuencias negativas que generaron altísimos índices de desempleo. La incorporación de nuevas tecnologías, más un gran porcentaje de la masa laboral que pertenece al ramo de servicios, nos induce a cuestionar qué sentido tiene que haya tantas personas trabajando en un mismo espacio.
La metodología es simple. Basta con analizar con detenimiento y sin prejuicios qué hace cada empleado y preguntarse si es realmente necesario que lo haga en ese lugar de la oficina o de la fábrica. La respuesta puede ser positiva sólo en casos muy especiales, como la clásica función de recepcionista, el vigilador y alguna otra, perteneciente a distintos puestos de trabajo. En muchos otros encontraremos que no es necesario, a menos que nos produzca satisfacción verlos trabajando todos juntos, amontonados, ocupados efectivamente, o simulando hacerlo. Panasonic no es la única que ha avanzado en esta dirección.
Hay antecedentes en otras organizaciones de distinto tipo, aun en nuestro país. La nota de color surge del enunciado de la propia noticia, distribuida por las agencias, donde se informa que la nueva normativa de Panasonic "beneficiará" a los empleados. Es verdad que los empleados se beneficiarán, pero la opción de distribuir las actividades mediante el tele trabajo tiene también ventajas económicas para las empresas. Es posible bajar los costos fijos y los conflictos habituales de la convivencia forzada en los ámbitos laborales. Es un tema para considerar. No es fácil deshacerse del paradigma del "estar ahí". No lo es ni para el empleador ni para el empleado.
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